sábado, 24 de septiembre de 2011

EL PERRO NEGRO EN AGUACHICA - CESAR


Fue  en   la  casa  de  Toñita Merlano allá  por el año de   1.929  en él apogeo del Cable  Aéreo.  Por  tal motivo  y el del  reumatismo  de tierra  fría,  había venido Juanita  aAguachica.  Esa noche se  oyó el aullido  de  un  perro  como cuando  "ve  al diablo". Todos   los  vecinos  se   unieron a  rezar y al aclarar  el  día  cuando bajaban al bosque  del agüil a  traer agua se   formaron estos   diálogos: ¿vos  no sentiste  al perro anoche?
Claro,  fue  en  la  casa  de   la   ocañera Merlano que  aulló el  perro. ¿No será  que  esa   ocañera   "trai"  pacto con el diablo? pus   yo si  creo  por que  ese   "nuera"   perro, era  como hombre   perro. y así  todo el  día,   las   conjeturas   y  las   concejas.  La tal  Juanita Merlano no se  atrevía a salir a  preguntar  por que  casualmente   fue en  el solar de su  casa  que   tocó  la serenata   la  bestia  diabólica. La siguiente  noche   todo el  pueblo de  Aguachica   cerró sus   casas con  trancas   potentes  y no se   durmieron los  habitantes  en espera de   los   aullidos   del perro.   Pero a  las   doce  de   la  noche  el aullido fue  más   fuerte,   junto al barrio del Cable.   Al amanecer,   la  muchedumbre  se  arremolinó en  casa  de   la  abuelita  de   los   Bayonas,   que fue  el  lugar escogido por el perro.  De  ahí en adelante  no se  quedó solar en   Aguachica  en  donde   no aullara  el animalejo.  El padre era   llevado a  las   nueve  de   la  mañana  a  casa  del aullido y se  regaba agua  bendita  y se  quemaba  ramo del domingo anterior a  la  semana santa.  Venía  gente  de   Gamarra,   de  Rió de   Oro  para  escuchar el  cuento del  perro,   y este  cuento se   puso  peliagudo cuando un habitante  de la salida  a   gamarra,   lo  vio aullando y dijo:   es   un  perro  grande, negro,  con  la  cola   llena  de   lana,   los   ojos   brillan  como candela y se  desaparece  de  una   parte  a  otra.   Bueno esto  fue  el acabóse, púes  a   los   niños   que  no  tenían bautismo,   los   llevaron a   la  iglesia para  esta   obligación cristiana. Los enfermos   hasta de   gripe  se  confesaron y no cabía  la  gente  en las  misas   de   los   domingos  clamando a  grito entero que  alejara de   la  población al  perro negro.

Un oyente   del aullido:   "empieza despacio y pasito.   Luego va subiendo una   pronunciación  casi  perfecta  de   la   letra  "U"  y a medida  que  sube se   le  van  crispando  los   cabellos  a  uno en  tal  forma   que  para  que  vuelva   la  tranquilidad   tienen a uno que  abrazarlo y darle   palmadas.  Si  esto sigue así me  voy con mi familia  para  otro pueblo pero no me  aguanto esta vaina".

Razón no  le   faltaba  al ciudadano y todos   los   días   aumentaba  el  pánico social  y la  soledad  en  el  pueblo,   hasta  tal  punto que  compraban hasta  cinco  panelas   para  tomar agua  de   panela  y no hacer otra  cosa de   comer.

Cuentan que  un  policía  que   vivía  riéndose   y que   le  decían  por ánodo "Sancocho e  muelas",   leyó el "Bando  del señor Alcalde"  que   decía que  en vista  de   que  el   pueblo estaba  en un estado de   peligro,   por la visita  de   lucifer en forma  de   perro,  se   prohibían  los  bailes  y cumbiambas   en "cuatro bocas"  y al que   le   pasara alguna cosa   por estar de  trasnochador,   el  Alcalde   lo  llevaría de   inmediato a Río de Oro para tomarle  declaración jurada de  los  hechos,  y añadía "Sancocho de  muelas"  y esta  noche  déjenmela a mi que  en ni tierra  Aspacica, nos  ha  tocado pelear cuerdo a cuerdo con el cachón.

No dijo mentiras  el policía y a  las  doce  de   la noche, se  oía el aullido por un  lado y los   gritos  de  un hombre   por  otro,  una   confusión espeluznante,   hasta  que  al  pasar  por la  comandancia  de   policía  que  era en  la esquina de   la calle  tercera con carrera  12,   el hombre  grito tan fuerte  que se   levanto el guardia,  abrió  la  puerta y "dejó entrar a  "Sancocho e muelas",  quien se  privó hasta  las seis   de  la mañana cuando un boticario de   la  época   le  dio a  oler ácido Acético.   Luego contó más  mentiras   que  verdaderas   para  poder corresponder al miedo que  demostró.  Dijo que  el perro era verdaderamente negro,   que  botaba   candela   por  los   ojos   y una  espuma   por  la  boca.  Que  le  había dicho que  era un  difunto de   la   población,   que  estaba  en  pena y que  su mayordomo el diablo  le  había   puesto de  penitencia  no dejar dormir a  los  de  Aguachica hasta que su mujer dejara de  tener mala vida. Bueno se soltó el  policía  en unas  mentiras   tan  gordas   como  la  de  que el  perro  le  había  pedido un  ternero de  de  barriga sacado de  una  vaca acabada  de matar,   y esto se  hizo,   reuniéndose  como diez   personas en el matadero,  con ramos  benditos,   cruces,  escapularios,   oraciones  etc.,  sacaron al  ternerito y  juntos  se   fueron a  dejarlo en  la  esquina  de   la  calle segunda  con carrera catorce   hoy.  Cuando  lo estaban acomodando oyeron el    aullido en  la  quebrada  de   pital  y no se   puede  contar  Ion tropezones   que  se  dieron unos  con  otros,   las   oraciones  y las   carreras.   Uno que  se  quedaba atrás   por una  novedad en una   pierna,   lloraba a lágrima viva   y les   imploraban que  no  lo dejaran sólito.   Bueno el acabóse  vivía en Aguachica, hasta cuando una  noche no se  oye el dichoso perro y vinieron  las  noticias  un martes   por  los  primeros  pasajeros del cable Aéreo,   que  en "Río de  Oro” estaba un  perro aullando y que   la gente  estaba metida  en   la iglesia  clamando  para  que  el animal se   fuera  del  lugar.   Cuentan  que  Aguachica se  convirtió este  episodio con marco de mito casi hasta los años  sesenta cuando empezaron a   llegar forasteros  en busca de  tierra  y trabajo,  y que  Rio de Oro  ,  después de durar como tres  meses,   todavía se habla de  esos   tiempos  con miedo y pavor.  A un  policía  que   Perseguía a  los  muchachos  para  quitarles las   bolitas   de  cristal,   le   pusieron  el apodo  de   "perro negro"  y siguieron muchos  años  contando  las  historias  del  "can" nocturno.

Mito y leyenda
Alfredo García Amaya (Q. P. D.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario